En todos los veranos que pasé en Benidorm durante mi infancia, muchos de los cuales me los pasaba metido en el agua buceando con mis gafas de snorkel, nunca me encontré con una medusa. Había oído hablar de ellas, sabía que existían en el Mediterráneo, pero nunca tuve la oportunidad de verlas. La primera vez que vi una fue en el laboratorio de Zoología de la Facultad de Biológicas, metida en un frasco de formol.
Durante mi viaje a Cuba, en la Playa de El Coral, entre Matanzas y Varadero, pude ver apostadas sobre la arena de la playa numerosas Physalias, conocidas vulgarmente como "Fragatas portuguesas" (Physalia physalis).
Pero este año he leído en la prensa local de Valencia una noticia que me llamó especialmente la atención:
"Levante-EMV, Cullera; Los pescadores de Cullera extrajeron el pasado miércoles una tonelada y media de medusas entre la costa de Cullera y la de Tavernes de la Valldigna. El secretario de la Cofradía de Pescadores de Cullera explicó en declaraciones a Onda Cero que dos barcos salieron a la mar con el objetivo de extraer estos animales, cuya picadura es sumamente molesta para los bañistas".
Precisamente este verano me encuentro pasando unos días de vacaciones en Tavernes y tengo bastante curiosidad por encontrarme con alguna de las tan temidas medusas. Todas las mañanas me acerco nadando hasta la línea de bollas que delimitan la zona de baño de la playa. Pero hoy hay aviso de peligro en la playa por la abundancia de medusas. A pesar de ello me lanzo al agua y me dispongo a alcanzar la bolla. Pero cuando estaba a punto de alcanzarla casi se me para el corazón del susto: Noté que algo envolvía mi pié derecho, como si una bolsa de plástico se hubiera enredado en mi pierna. En cuanto me deshice de ella noté un ligero picor en la piel que se extendió rápidamente por toda la pierna. No hay duda, se trataba de una medusa.
Rápidamente di media vuelta y me puse a nadar a toda leche hacia la costa; no llevaba gafas, de modo que no podía ver el fondo, pero en cuanto abrí los ojos bajo el agua pude ver que estaba rodeado de enormes medusas blancas, estaban por todas partes. Me abrí paso entre todas ellas y logré alcanzar la orilla sin recibir otro picotazo de alguna de ellas.
Subí hasta casa, cogí unas gafas de snorkel y con cámara en mano me lancé de nuevo al agua para poder grabarlas e identificarlas. Y esto fue lo que me encontré:
Efectivamente se trata de la especie de medusa más común en el Mediterráneo, el "Acéfalo azul" (Rhizostoma pulmo), caracterizada por la forma de campana de su umbela y por los ocho largos brazos terminados en maza. Su color blanco característico se complementa con reflejos irisados de color azul violáceo. Mide entre 30 y 70 cm. de diámetro, aunque hay ejemplares que pueden alcanzar los 90 cm (como la que se enredó en mi pie cerca de la bolla...). No es extremadamente urticante, de hecho, el picor que sentí en la pierna fue bastante leve y no duró demasiado tiempo.
La que sí parece ser bastante más urticante es la "Medusa del Huevo Frito" (Cotylorhiza tuberculata), con la que tuve la gran suerte de econtrarme en la misma grabación. No es de extrañar que sea más urticante, no hay más que ver la cantidad de botones azulados que terminan en las ramificaciones de sus brazos bucales. La umbela es plana, con un ligero abultamiento en el centro (de ahí su parecido con un huevo frito); y su color en pardo anarajado.
Ambos Cnidarios pertenecen a la Clase Scyphozoa y al Orden Rhizostomeae.
Cabe preguntarse por qué han proliferado tanto la medusas en estas costas del Mediterráneo, ¿será por el calentamiento global?, ¿la contaminación de las aguas?, ¿o el vertido incontrolado de abonos agrícolas? Sería interesante que alguien realizara una investigación al respecto.
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