Cuando en 1992 entré a trabajar como "alumno interno" en el departamento de Botánica de la Facultad de Biología de León, se me brindó la oportunidad de colaborar como ayudante y observador en diferentes trabajos de investigación. En realidad a mí solo me interesaba la Liquenología, de modo que aproveché cuanto pude la disponibilidad del laboratorio de Criptogamia para completar y desarrollar mis conocimientos en la disciplina botánica. Mi profesor en la materia me propuso poco después iniciar un estudio exhaustivo de las Cladonias en la Península Ibérica como proyecto para una tesina.
La propuesta era muy interesante, pero en realidad yo estaba más interesado en desarrollar métodos para valorar el estado de conservación de los bosques basándose en el estudio de la vegetación liquénica. Por aquel entonces ya era bien sabido que los líquenes eran unos excelentes bioindicadores de la calidad del aire y existían diversos métodos para elaborar mapas de isocontaminación atmosférica. Yo pretendía desarrollar una metodología para
catalogar a los bosques en función de su grado de conservación.
Las Cladonias se quedaron sin ser estudiadas en España hasta que en el año 2003 echó a andar el proyecto de la elaboración de la
Flora Liquenológica Ibérica, un proyecto iniciado por la Sociedad Española de Liquenología y cuyo objetivo fundamental es catalogar los líquenes censados en la Península Ibérica, precisar datos exactos sobre la distribución de la cada una de las especies y aportar información precisa sobre su hábitat.
Durante los años 90 se desarrollaron en España trabajos parciales llevados a cabo por diversos autores (Valcárcel, Burgaz, Ahti) que contribuyeron a la identificación de 76 especies de Cladonias dentro del territorio peninsular. Entre los años 2002 y 2007 Hladun & Llimona completaron el catálogo hasta las 83 especies. Finalmente, en el año 2009, la Sociedad Española de Liquenología publicó el 4º Volumen de la Flora Liquenológica Ibérica dedicado exclusivamente a la familia
Cladoniaceae.
Las Cladonias llamaron la atención de los primeros naturalistas mucho antes de que Linneo (1753) las incluyera dentro de su género
Lichen. Probablemente fueron los primeros líquenes en ser estudiados. Lobelius, en 1576 realizó una descripción muy precisa de muchas de sus especies. Hill, en 1751, fue el primer autor en establecer el género
Cladonia, aunque poco después Linneo y otros grandes autores como Acharius prescindieran de él como tal. La familia
Cladoniaceae fue establecida en 1827 por Zenker in Goebel & Kunze, y posteriormente, estudios llevados a cabo por Vainio, Sandstede y otros grandes liquenólogos establecieron las bases para el conocimiento definitivo de la filogenia del grupo.
La familia comprende en la actualidad unas 500 especies en todo el mundo, de las cuales 450 pertenecen al género
Cladonia. De todas ellas, 83 han sido las citadas en la Península Ibérica, pero todavía quedan muchas regiones por estudiar y es muy probable que existan muchas más.
La principal característica de las Cladonias es su talo compuesto, constituido por una parte basal (talo primario) y una parte erguida (talo secundario). Lo que más llama la atención de ellas es su talo erguido, constituido por una serie de estructuras verticales llamadas podecios que se asemejan mucho a pequeños árboles o arbustos en miniatura, o pequeñas copas o "trompetillas".
Cuando germina una espora se forma una prototalo con pequeñas hifas que rodean a glomérulos de algas verdes unicelulares (Asterochloris) hasta que se constituye un talo vegetativo formado normalmente por pequeñas escuámulas (en ocasiones el talo primario se queda reducido a un simple micelio no liquenizado).
Una
vez estabilizado el talo primario comienzan a desarrollarse los podecios. La morfología de los podecios es muy variable: Pueden ser simples o ramificados, sus ápices pueden terminar atenuados (subulados) o ensanchados en forma de copas (escifos) o embudos. Los ápices de los podecios pueden tener picnidios (cilíndricos o globosos) o apotecios lecideinos cuyo himenio puede ser de color negro, pardo o de un llamativo color rojo causado por el ácido rodocladónico.
Anatómicamente los podecios presentan bajo la médula una capa interna formada por hifas soldadas muy engrosadas de aspecto más o menos fibroso llamada estereoma. Los podecios pueden ser macizos o huecos (con cavidad medular), y simples o ramificados.
La mayoría de las Cladonias se reproducen de forma vegetativa, mediante soredios o con pequeñas escuámulas que actúan a modo de propágulos (nunca forman isidios). Las especies que forman apotecios lo suelen hacer en los podecios, muy raramente los forman sésiles sobre las escuámulas del talo primario.
Las Cladonias necesitan mucha luz y humedad para desarrollarse, son fundamentalmente terrícolas o muscícolas, y están muy extendidas en la tundra, en los bosques húmedos de influencia oceánica y en los brezales alpinos. Aunque tienen una amplia distribución algunas de sus especies sólo se encuentran en áreas muy concretas.
Pycnothelia papillaria es la única cladoniácea ibérica que no pertenece al género
Cladonia. Se caracteriza porque su talo primario es crustáceo y granuloso, y su talo secundario es fruticuloso pero no llega a formar auténticos podecios.
Es una especie rara y muy escasa, sólo ha sido localizada en determinadas zonas de Cantabria, Burgos, Logroño, Lugo y Navarra.
El género
Cladonia es el principal representante de las Cladoniáceas; es un género cosmopolita especialmente abundante en las zonas húmedas, desde las regiones tropicales hasta los polos. Morfológicamente son muy variables, hay especies con el talo primario siempre ausente y podecios cilíndricos muy ramificados (
C. rangiferina, C. arbuscula, C. mediterranea...); las hay con el talo primario muy desarrollado y el secundario reducido o ausente (
C. foliacea, C. convoluta...), hay especies con los podecios ramificados y perforados en los ápices (
C. strepsilis, C. squamosa...); hay especies con los apotecios rojos (
C. coccifera, C. polydactyla, C. digitata...); especies con los apotecios de color pardo (
C. cervicornis, C. pyxidata...). La variablidad es tan enorme que es conveniente recurrir a una buena clave de identificación para evitar posibles confusiones. En este sentido, el 4º Volumen de la Flora Liquenológica Ibérica representa hoy por hoy la mejor herramienta para determinar con suficiente fiabilidad a una Cladonia de nuestro país.