La introducción de especies de algas invasivas dentro del Mar Mediterráneo pone en serio peligro el frágil equilibrio del ecosistema marino pacientemente elaborado a lo largo de miles de años. A raíz de la apertura del Canal de Suez entran en el Mediterráneo procedentes del Mar Rojo centenares de especies foráneas, tanto de algas como de moluscos, crustáceos y peces (el nivel del Mar Rojo es unos 20 cm. superior al nivel del Mar Mediterráneo, por lo que constantemente están entrando aguas).
En 1984 un escape accidental de un acuario del Museo Oceanográfico de Mónaco liberó al Mediterráneo un alga tropical genéticamente modificada que rápidamente se ha extendido por toda la costa causando serios problemas a la flora local. Se trata de la especie invasiva Caulecarpa taxifolia. Su rápida extensión conduce a la formación de microhábitats homogeneizados reemplazando a las especies nativas y reduciendo considerablemente la riqueza autóctona. Otra especie invasiva, Caulecarpa racemosa, entró a través del Canal de Suez y recientemente ha sido localizada en las costas de Almería y Murcia.
Como los científicos no descansamos ni siquiera durante las vacaciones, aprovecho mi estancia en la Playa de Tabernes (Tabernes de La Valldigna, Valencia) para estudiar la flora submarina del Mar Mediterráneo. Tengo curiosidad por explorar las rocas del litoral para comprobar qué tipo de algas se asientan sobre ellas y, de paso, comprobar si han llegado hasta aquí ya alguna de esas algas invasivas que tanto preocupan a la comunidad científica.
La Playa de Tabernes es inmensa y apenas tiene rocas; está tan sumamente alterada por el turismo masivo que es prácticamente imposible encontrar alguna señal de la flora submarina. El año pasado logré recolectar tres algas infralitorales que las corrientes habían arrastrado hasta la playa. Para encontrar alguna roca alejada del bullicio de los bañistas tengo que seguir la línea de la playa hacia Cullera. Poco antes de llegar a L'Estani de Cullera pude encontrar algunas algas asentadas sobre las rocas salpicadas por el oleaje.
La más frecuente es la "Lechuga de Mar", Ulva rigida, muy fácil de reconocer por el color verde de las láminas contorneadas de consistencia cartilaginosa. En el Cantábrico suele confundirse con Ulva lactuca, pero aquí en el Mediterráneo la única parecida es Ulva olivascens, que prefiere ambientes mucho más sombreados que Ulva rigida.
Otra de las algas que encontré es Padina pavonica, muy frecuente en el Mediterráneo. Se trata de un alga feofícea de morfología flabelada muy característica, común también en las aguas del Atlántico y del Mar Negro.
Otra de las especies que pude recolectar cubría grandes superficies de las rocas bañadas por las olas, del mismo modo que los musgos tapizan las rocas en los bosques húmedos. Resultó ser una especie curiosa que nunca había visto antes; en un principio sospeché que pudiera tratarse de algún tipo de alga invasiva, pero nada de eso, se trata de Hypnea musciformis, una rodofícea con una morfología extraordinariamente parecida a la de un musgo, de ahí su nombre. Presenta los extremos de las ramas hinchados y doblados a modo de báculo. Es un alga muy común en las cubetas y rocas litorales del Mediterráneo, aunque su distribución se extiende desde el Atlántico hasta el Mar Rojo llegando incluso al océano Índico.
En 1984 un escape accidental de un acuario del Museo Oceanográfico de Mónaco liberó al Mediterráneo un alga tropical genéticamente modificada que rápidamente se ha extendido por toda la costa causando serios problemas a la flora local. Se trata de la especie invasiva Caulecarpa taxifolia. Su rápida extensión conduce a la formación de microhábitats homogeneizados reemplazando a las especies nativas y reduciendo considerablemente la riqueza autóctona. Otra especie invasiva, Caulecarpa racemosa, entró a través del Canal de Suez y recientemente ha sido localizada en las costas de Almería y Murcia.
Como los científicos no descansamos ni siquiera durante las vacaciones, aprovecho mi estancia en la Playa de Tabernes (Tabernes de La Valldigna, Valencia) para estudiar la flora submarina del Mar Mediterráneo. Tengo curiosidad por explorar las rocas del litoral para comprobar qué tipo de algas se asientan sobre ellas y, de paso, comprobar si han llegado hasta aquí ya alguna de esas algas invasivas que tanto preocupan a la comunidad científica.
La Playa de Tabernes es inmensa y apenas tiene rocas; está tan sumamente alterada por el turismo masivo que es prácticamente imposible encontrar alguna señal de la flora submarina. El año pasado logré recolectar tres algas infralitorales que las corrientes habían arrastrado hasta la playa. Para encontrar alguna roca alejada del bullicio de los bañistas tengo que seguir la línea de la playa hacia Cullera. Poco antes de llegar a L'Estani de Cullera pude encontrar algunas algas asentadas sobre las rocas salpicadas por el oleaje.
La más frecuente es la "Lechuga de Mar", Ulva rigida, muy fácil de reconocer por el color verde de las láminas contorneadas de consistencia cartilaginosa. En el Cantábrico suele confundirse con Ulva lactuca, pero aquí en el Mediterráneo la única parecida es Ulva olivascens, que prefiere ambientes mucho más sombreados que Ulva rigida.
Otra de las algas que encontré es Padina pavonica, muy frecuente en el Mediterráneo. Se trata de un alga feofícea de morfología flabelada muy característica, común también en las aguas del Atlántico y del Mar Negro.
Padina pavonica. |
Hypnea musciformis. (Foto: Miguel Varona) |
Buen trabajo Miguel Ángel.
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel Ángel
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